Entré a mi baño y quedé ciega momentáneamente al encender la luz. Observé mi rostro en el espejo antes de coger mi toalla. Me duché y me puse la primera blusa que vi en mi armario con un par de pantalones de mezclilla. Llevaba mis Converse negros y viejos de siempre.
Salí de mi casa sin desayunar y con el tiempo exacto para llegar al colegio. Iba en el coche con mi mamá en silencio. Al fin llegamos a la entrada del campus y me despedí de ella. "Te amo", dijo mi mamá en modo de despedida. "También yo", contesté incómodamente.
Caminé por el césped de la entrada, en lugar de subir por los escalones, simplemente porque me encanta la sensación del pasto bajo mis pies. El sol ya comenzaba a salir. La explanada estaba casi vacía porque todos ya estaban en sus respectivos salones. Yo siempre llegaba en los últimos cinco minutos permitidos.
Mientras caminaba hacia mi clase de Ciencias, me encontré con una de mis mejores amigas. Ana manejaba su propio coche y casi siempre llegaba temprano pero ese día se le había hecho un poco tarde. Llevaba ropa deportiva y una bolsa enorme llena de libros. Su cabello largo, ondulado y oscuro tenía luces rojizas desde las vacaciones de invierno, cuando había decidido que era tiempo de un cambio.
"¡Hola!", saludó con entusiasmo. La saludé con un poco menos de entusiasmo porque aún estaba adormilada. Nos dimos un fuerte abrazo y nos apresuramos para llegar a la clase a tiempo.
Al entrar al salón sentí demasiadas miradas sobre nosotras pero probablemente solo era mi ansiedad. La profesora aún no había llegado. Tomamos nuestros típicos asientos en la última fila y nos acomodamos para esperar a que llegara, si es que llegaba. Nuestra profesora ya había faltado un par de veces antes y secretamente esperábamos que tampoco llegara ese día para poder ir a la biblioteca a dormir un rato.
Las clases pasaban muy lentamente. Cuando acabó mi segunda clase, me dirigí hacia el área cultural y deportiva del campus. Iba a mi clase de piano cuando me topé con Santiago "casualmente", de nuevo. Pensé en voz baja, "Este chico me acosa, en serio." ¿Debía de estar asustada? Porque no lo estaba.
"¡Hola!", saludó con entusiasmo. La saludé con un poco menos de entusiasmo porque aún estaba adormilada. Nos dimos un fuerte abrazo y nos apresuramos para llegar a la clase a tiempo.
Al entrar al salón sentí demasiadas miradas sobre nosotras pero probablemente solo era mi ansiedad. La profesora aún no había llegado. Tomamos nuestros típicos asientos en la última fila y nos acomodamos para esperar a que llegara, si es que llegaba. Nuestra profesora ya había faltado un par de veces antes y secretamente esperábamos que tampoco llegara ese día para poder ir a la biblioteca a dormir un rato.
Las clases pasaban muy lentamente. Cuando acabó mi segunda clase, me dirigí hacia el área cultural y deportiva del campus. Iba a mi clase de piano cuando me topé con Santiago "casualmente", de nuevo. Pensé en voz baja, "Este chico me acosa, en serio." ¿Debía de estar asustada? Porque no lo estaba.
Alexis